Desde la cripta encajonada
recordarás lamentos,
buscarás huellas
amoldadas en tus entrañas.
En la altura hablarás a la carne,
los recuerdos rajarán tu vientre,
tu mirar no tendrá ecos de altares.
Las bóvedas guardarán sin pausa
tus entrecortados suspiros.
Los alojarán en territorio implantado
por los demonios que nacieron,
vivieron estrujando tu alma marchita.
Los quejidos serán tus esclavos
que le darán de beber al silencio.
Los hechiceros del averno serán tus amos,
gobernarán los recuerdos de las palpitaciones
que encerraste entre las paredes de los nichos.
Y cuando quieras volar
te sumirás en la tierra
quebrando tus renacimientos.
¿Para qué me preocupo,
si volverás a la tierra de donde viniste?