Las palabras que llenan
este cántaro,
que son mis versos,
provienen
desde el fondo de mi noria;
yo sólo bajé el balde
para llenarlo de agua,
fresca
transparente
que fluye y fluye
desde mi mundo interior,
y trasvasijé el balde
una y otra vez
en mi cántaro,
para beberla con prisa,
para hacer mi sed calma,
para humedecer mi rostro
para mojar mi cuerpo,
para refrescarme.
¿Qué más quisiera yo
que esta misma agua
empapara
la sed de los peregrinos?
O al menos pudiera
refrescar a más de uno
y a Ti entre ellos.
(*) Sin género