Y...¡SIEMPRE VOLVERÁS!
Ojos en mortaja de ennegrecido pañuelo
caminaron por venas de la tierra
hacia lumbre cobija de sombras.
Con piernas anudadas en luz incandescente
bajaste de memoria peldaños de piedra
en busca de la ironía del destino,
mofador, prestador de ilusiones.
El cuerpo arropado en la soledad
cruzó cavernas vestidas en líquenes
para llegar hasta la consumación del hastío.
Estalactitas se clavaron en tu cráneo
haciendo rezumar gárgolas de niños,
se llenaron tus manos de esperanzas.
Con pasos de incierto vidente buscaste
a tientas en el corazón del magma
melodías irrigadoras de pinturas
para conmoverte en sabiduría
dejada en ara alumbrada
por hombres allegados
a historia con final.
Encendidos los cirios de tu mente
abrigado el corazón por incienso
libre de vendas que opacaran tu voluntad
volviste al sol y ... ¡el niño que siempre fuiste!.