Peldaño a peldaño
he bajado hasta el umbral
de la oscuridad.
Estático frente a oscuros,
estrechos callejones.
Peldaño a peldaño
he subido hasta la cresta
de la claridad.
Inmóvil mi cuerpo,
de cara a elocuentes nichos de luz.
Viajeros pasan y pasan.
Sus rostros de miradas perdidas
no miran mis ojos trasiegos.
Es sólo un chasquido
que se confunde en la vida
del trashumante Universo.
¿Para que mirar
si mis manos agarrotadas
retuercen los hilos
de la manta
que abriga mi sudor?