La luna correteaba entre las nubes.
La lluvia jugaba al lazo en el camino.
Mi silueta se columpiaba entre arbustos y matorrales.
Tu sombra perseguía el sol de verano.
El jadeo inflaba mis sienes al correr por el barro,
el viento agrietaba tus párpados,
nuestras rodillas se amoldaban en la arena.
¿Qué buscaban en esos recuerdos nuestros ojos?
¡Al niño que dejamos construyendo castillos
entre el pestañeo del mar y nuestros ropajes perdidos!
Octubre de 1996