Duende, ángel o demonio
que paseas cantando por mi jardín.
No sé cuál es tu nombre
no sé como invocarte.
Sólo sé que estás en mis hombros
con tus brazos
enredando mi cuello
estrujando mi garganta.
Atormentas mis sensaciones
con voz gutural
con gritos lastimeros
desde el fondo de tu caverna.
Besas mis sienes,
con tu voz prisionera del silencio
aúllas en mis oídos,
mientras duermo en el camino.
Tus paisajes, tu horizonte
tus eléctricas visiones,
engarzadas en mis
nostálgicas neuronas,
proyectados entre viñetas
de fibra de vidrio, de óptica voz,
de colores parlantes,
ya son míos.
Y las efímeras balas
de tu fugaz humildad,
ya han perforado mi vacío.
Omnisciente, Omnipresente, Inescrutable,
¿qué más quieres de mí?